Conclusiones y agradecimientos del Comité Organizador del XIV Congreso de Antropología
Hace ya unos días que clausuramos en Valencia el XIV Congreso de Antropología convocado por la FAAEE. Un evento, podríamos decir, liminal, enmarcado en su particular espacio y tiempo, en su propio ritmo ininterrumpido y un tanto frenético, que midió las fuerzas de la comunidad antropológica para llegar al máximo de actividades ofrecidas entre plenarias, simposios, actos paralelos o actividades culturales alternativas.
El congreso pasó y, aunque aún no nos hemos recuperado de la resaca, desde la organización de la Associació Valenciana d’Antropologia queríamos compartir nuestras impresiones, expectativas y, por qué negarlo, altas dosis de nervios con las que vivimos este encuentro. Y no es para menos, sabiendo que íbamos a recibir a 675 congresistas, una cifra que rompía todas las escalas de cualquier actividad organizada hasta el momento. El reto estaba servido, desde un principio lo sabíamos, pero quisimos además jugárnosla con una apuesta arriesgada y asumir desde la propia organización la gestión de un evento de este calibre. Lo hemos hecho lo mejor que hemos sabido y, por encima de los errores (que seguro los ha habido), hemos procurado trabajar durante todo este tiempo con imaginación (¡gracias de entrada a las empresas y patrocinadores que os dejasteis engañar conscientemente!), implicación y cariño en todo cuanto hemos montado, para fomentar un contacto directo y, sobre todo, cercano. ¡Esperamos haberlo conseguido!
Lo cierto es que en esta línea se inauguró el congreso y, por encima del protocolo que acompaña a estos actos, las palabras de apertura de los/las representantes institucionales de la FAAEE y la AVA, de la presidencia del congreso, del rectorado de la Universitat de València y del decanato de la Facultat de Ciències Socials de la misma universidad, incidieron en su deseo de abrirnos las puertas e invitarnos a sentirnos como en casa. Sencillamente, con este propósito os recibimos el comité organizador y el gran equipo de personal técnico y de voluntarios/as que lo dieron todo durante estos días (indicaciones, certificados, tickets de comidas y, si apuras, hasta algún ibuprofeno, como decían nuestros colegas de Antrpologia2-0). ¡Ha sido una suerte enorme contar con vosotros/as!
Bajo los principios de igualdad, sostenibilidad y solidaridad tratamos de sustentar todas las actividades programadas ¡aunque en ciertos momentos nos tuvieran que aclarar cómo reciclar los distintos envases! Nuestro agradecimiento a las empresas y entidades con las que hemos trabajado: La tenda de tot el món (en los cafés), la Fundación Nova Terra (para el catering de inauguración y las comidas), la Fundación Alanna. Somos Mujer contigo (para el catering de clausura), la Associació Impuls (para el asesoramiento fiscal) y el Taller de Cerámica del Centre Penitenciari de Picassent, Valencia (por la singularidad de todas las piezas cerámicas hechas a mano).
Y, de forma especial, trasladamos nuestra gratitud a los/as mecenas que habéis colaborado con una aportación voluntaria y altruista. En total, pudimos becar a 86 personas con menos recursos, estudiantes o desempleados/as, en régimen de alojamiento y manutención (o de manutención, según las solicitudes), y cubrir un tercio de estas necesidades con la campaña de micromecenazgo (la parte restante la asumimos desde la organización). ¡Gracias, pues, por hacer posible un congreso más solidario e igualitario!
Dicho esto, y entrando ya en materia, en el congreso empezamos a calentar motores en la conferencia inaugural, en la que Josepa Cucó nos brindó su particular paseo por la memoria de la antropología española. Disciplina que ha demostrado continuar al pie del cañón a juzgar por la cantidad y diversidad de trabajos presentados en los 24 simposios desplegados en un mosaico de sesiones; un auténtico rompecabezas (en sentido literal) que casi nos hizo enloquecer para cuadrar el programa. Aun siendo conscientes que a algunos/as os hubiera gustado disponer de más tiempo, el recinto de la cafetería hizo posible, en un entorno más informal, continuar dando rienda suelta a nuestras inquietudes y debates.
Hecho el encaje de bolillos y presentado el programa, os pasamos la pelota a vosotros/as para decidir qué priorizar y dónde estar. Quién no dudó entonces entre asistir a un simposio o apuntarse a alguna de las visitas culturales opcionales a la Valencia republicana, el barrio del Cabanyal, el campanari del Micalet o el Trinquet. Visitas que contaron con profesionales de excepción para poner en valor este inestimable legado histórico y patrimonial. ¡Gracias por vuestra participación!
También en cualquier momento pudisteis visitar las tres exposiciones que han sido un pequeño reflejo de la variabilidad temática de este congreso aunque, si nos lo permitís, en esa dispersión advertimos una idea común en torno a la(s) huella(s) que, como la(s) antropología(s), también aquí han tenido un sentido plural. Así pudimos apreciarlo en la(s) huella(s) del enorme legado antropológico e intelectual de Joan Francesc Mira, no en balde presidente del congreso; la(s) que imprime el día a día en los campos de refugiados saharauis; o la(s) que surcan los rostros de las personas retratadas en las fotografías etnográficas como testimonio de sus historias de vida. Asimismo, durante todos los días del congreso pudimos asistir a la presentación de las últimas novedades editoriales, dentro de los más diferentes registros antropológicos; y la librería Primado nos ofreció un punto de consulta y venta de otras tantas publicaciones emblemáticas en los últimos años que muchos/as os llevasteis en la maleta. ¡Gracias por mostrarnos y difundir vuestras experiencias y conocimientos!
Entre tanto, quisimos compartir algunos elementos patrimoniales de esta tierra de la mano de algunos/as compañeros/as que supieron transmitirnos como nadie su valor cultural. Así pues, asistimos a la plantà i cremà, con traca y servicio de bomberos incluidos, de una falla concebida de forma específica para este congreso y cuyo tema era, como no podía ser de otra manera, sus tres principios motores. Tuvimos el placer de saborear el valor cultural de la chufa, primero en una provechosa sesión teórica que culminó con una degustación (más provechosa, si cabe) de horchata y fartons. Disfrutamos de una exhibición de pilota al carrer en el entorno privilegiado de la calle Cavallers de Valencia, junto al Palau de la Generalitat. Y contemplamos, desde la tribuna reservada bajo el balcón del Ayuntamiento, la procesión de la Festa de la ‘Mare de Déu de la Salut’ de Algemesí, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, como guinda del congreso. ¡Gracias a todas las personas implicadas por permitirnos participar de este enorme bagaje patrimonial, local y universal!
A su vez, a través de los diferentes actos paralelos, estuvimos en la proyección del documental del colectivo Les Espigolaores sobre el protagonismo de las mujeres en la Huerta de la Partida de Dalt, Campanar y el Pouet. También hicimos un repaso por la Historia de la Antropología, y presentamos las nuevas asociaciones de Antropología que recientemente se sumaron a la FAAEE (ACMA, ASAPE, IAI, ANTROPOLOGÍA 2.0). Como sabéis, este congreso cierra una etapa y, siguiendo su vocación de transformación, en él se ha confirmado y anunciado la reorganización de la FAAEE, que en adelante cambiará su nomenclatura y estructura. Esperamos con ilusión este cambio que contribuya a posicionar la antropología en el lugar que se merece.
En este punto, dedicaremos una mención aparte al tándem de lujo que formaron los y las ponentes invitados/as al congreso durante las dos conferencias plenarias: por un lado, Paloma Gay y Jaume Franquesa y, por otro, Paula Godinho y Carolina Kobelinsky. Del intercambio de roles y la complementariedad discursiva bajo la mirada recíproca, nos trasladamos al punto de mira del lugar ‘donde termina el mundo’ para asistir al nacimiento del ‘Segundo Milagro’; cruzamos las fronteras en la piel del refugiado/a para reivindicar, más que nunca, una antropología del asilo; y comprendimos, a partir de la sugerente metáfora de aquellos castaños plantados, que el futuro, por muy incierto que se presente, todavía puede dar sus frutos. Utopías posibles, compromisos reales y multiplicidad de sentidos que remiten a antropologías plurales y transformadoras para dignificar nuestro tiempo, y que quisimos poner bajo la lupa desde el mismo lema de este congreso. Sin duda consiguieron, con la naturalidad que les caracteriza, estimular la reflexión, el intercambio y la crítica… y a más de uno/a nos emocionaron. ¡Gracias por venir sin dudarlo desde lejos (a veces, muy lejos) y hacernos sentir tan cerca y sensibles hacia otras realidades igualmente ‘sensibles’!
Y conscientes de que el futuro del que tanto hemos hablado está en los/las más jóvenes, fue a ellos/as a quienes quisimos conceder un espacio específico y amplio en este congreso, con talleres que tuvieron una enorme acogida al poner el acento sobre cuestiones prácticas relacionadas con la ética de la investigación o con la necesidad de aplicar la teoría y praxis antropológica al mercado laboral actual. Como colofón, en la mesa redonda dirigida especialmente a estudiantes (pero que no nos perdimos nadie) sobre ¿Cómo hacerse antropólog@ y no morir en el intento?, Teresa del Valle, Ricardo Sanmartín, María Cátedra y Joan Prat nos relataron sus primeros pasos en una disciplina antropológica también incipiente. Nadie como ellos/as para narrar aquellos inicios memorables y divertidos, que nos conquistaron desde el primer minuto en un sobrecogedor (y abarrotado) auditorio del Museu Valencià d’Etnologia. Y es que no podía celebrar la AVA este congreso sin el apoyo incondicional de este museo, compañero de viaje en todas nuestras andaduras, que culminó esta tarde antropológica al cedernos sus patios para disfrutar del cóctel de despedida y del concierto Musicants. ¡Gracias, una vez más!
Pero si creíamos que ya lo habíamos visto todo, Vicent Artur Belda Caplliure, antropólogo oriundo de Valencia pero establecido en Malawi, no dejó a nadie indiferente en la conferencia de clausura. Su relato dicotómico, entre la compleja (y a menudo inaccesible) retórica académica, disipó las posibles sospechas que pudieran suscitar sus ejemplos delirantes, jugando (nunca mejor dicho) al completo despiste del auditorio. ¿Cómo cuestionar la veracidad de un discurso tan bien articulado sobre la dualidad de valores culturales universales y relativos, el secuestro de la antropología o el capitalismo académico? Pues bien, la ‘auténtica’ posverdad que se desenmascaró tras su discurso fue la interpretación del actor Joan Carles Roselló. Un ejercicio de transgresión, ambiguo y provocador, no exento de riesgos. Pero más allá de lo anecdótico, las/los espectadores (antropólogas y antropólogos como sujetos ‘observadores’) invirtieron sus papeles para convertirse en sujetos ‘observados’, cuyas reacciones también merecerían un estudio posterior. ¡Enhorabuena a nuestro compañero Miquel Ruiz, ‘verdadero’ autor de este discurso hilarante y de esta idea más hilarante aún! ¡Aunque camuflado bajo pseudónimo, estuviste genial!
Con la clausura del congreso se puso el punto y final a más de un año de trabajo que, al fin, era una realidad. De nuevo, compromisos y utopías posibles, ya no alcanzables sino alcanzadas, que justifican lo emotivo de aquel momento. Convertir a Valencia en una República antropológica, durante cuatro días, ha sido espectacular. Muchas gracias a todos y todas por hacer de un sueño una realidad, por convertir a Valencia en un lugar para transformar este mundo.
Pero no podemos despedirnos sin hacer una mención de agradecimiento al compañero que ha ido difundiendo en redes los mejores instantes de este congreso y, por encima de todo, sin agradeceros en mayúsculas a todas vosotras y vosotros vuestra presencia y participación activa, vuestro compromiso y vuestra comprensión si en algún momento no hemos estado a la altura de vuestras expectativas. Queríamos promover un congreso de personas y para personas, no tendría sentido de otro modo. Y, si lo hemos hecho, ha sido gracias a todas y todos vosotros.
Un fuerte abrazo de todo el comité organizador y nuestros mejores deseos para el próximo congreso, primero de la ASAEE, en Madrid. ¡Nos vemos allí!